jueves, 24 de mayo de 2018

Campanario nevado

-Perdón padre porque he pecado...- Escondido en su capucho, el sabio monje dijo.
Vidrios dorados de emblemas deformes reflejaron en voz, el mensaje de la luz. Ocúltese el camino sin caminante, ni señal persiga el aventurero. Mundo apagado sea sin ciencia, sin perseguir puentes de mármol y llave incorrupta.
-Perdón padre porque he vivido...-Descubierto y brillante en mitad de una esfera brillante, el meditativo monje sostuvo.
...y de vivir muera, sin piedad ni gloria, sin sufrimiento transparente, sin ríos y campanarios nevados.

Tres santos custodian el santo cerebro, estatuas inhiestas, inmutables a las esferas del axis mundi. Alabarda, daga y cimitarra; nogal, robe y cerezo. Armas y escudos, luz del aguamarina filtrada por la cúpula.Ojos cerrados, la dama llama. Extraña el tacto y el olfato. La médula y el corazón. Alejarse y retroceder, saltar hacia un inmerso pecho lleno de símbolos y olores. Del broche y la pica, los lazos azules y diosas. Piratas que abordan runas y un cuerpo como el de la diosa. Voluptuosa sea su carne, viva y muerta a la vez, recorra el cuerpo la mano de mármol que sabe avivarla como a las cuerda del arpa.
Placer sea en la noche, suerte de todo encanto y gloria, por el presente en él mismo.