sábado, 7 de noviembre de 2015

Soledad

Sin esperarte y junto a la noche siempre te presentas, aunque siempre me acompañas, la oscuridad te delata.
Me hago consiente de que estas a mi lado cuando siento frió, cuando podría pasar horas en silencio y todo podría seguir igual.
Me siento vació, el problema de tu compañías es mi tristeza, no congenio bien contigo, creo, que no te soporto.
Por que, que estés a mi lado significa partir el mármol de mi principio en la vida, si estoy orgulloso de mi mismo, si puedo ser la envidia de muchas personas, ¿por que nadie esta conmigo?
¿por que no intereso a nadie?
y luego esta el amor...
Claro que me gustaría abrazar a mi idealizada musa, y mirar nuestro reflejo como un cuadro romántico francés en la claridad de la mañana...
te echo de menos sin conocerte, no te conoceré, debo vivir con ello, no idealizar, no sucumbir a mi mismo....
debo... mantenerme firme, sonreír y ser cabal, algún día, seguro, sin prisa... estas frases siempre suenan en mi interior, ¿sera un mecanismo para no caer en la más infinita tristeza?
supongo que si así fuera acabaría enfermo y no saldría de casa y mis esperanzas desaparecerían... aunque siendo así... parece que mis días ruedan en torno al amor.

Mi animal interior reclama su espació y no me atrevo a negarselo, me es imposible, me gana sin duda y hace que mi racionalidad desaparezca hasta la humillación de mi mismo y de mis principios.
¿Es malo sentirse humillado por nuestro animal interior o es un toque de atención a las barreras que la moralidad de nuestra racionalidad levanto?
una pausa bajo el árbol del cerezo... quizá, más tarde.