lunes, 18 de marzo de 2013

Mañana de clase

Vaya, por fin cambiaron ese dichoso cristal, le comento a Elora mientras avanzamos por el pasillo níveo.

-Pequeña pupila, alcanza los libros de aritmética aplicada a la imantación.

 Por fin comienzo estas clases, un sueldo digno con el que llevarme algo a la boca y a la niña le da por huir de mi. Seguro que a su padre no le hace ninguna gracia. Malditos embajadores y aristocracia flamígeros que calcinan nuestra moral.
 La luz se filtra por el cristal y hace brilla el rojizo pelo de la pequeña,
-Elora, mírame.

 El fulgor esmeralda de su faz me ha dejado sin palabras... ¿a quien me recuerda su cara?