sábado, 30 de julio de 2016

A los pies del Santo

El paso de los siglos lo sostienen eterno, inhiesto y benévolo, iluminado por el perfume del rosetón, el santo olvidado.
Su mirada fija en quien le suplica, ha visto las injusticias y la muertes, de aquel niño que se fue muy pronto o de aquel anciano solitario; de mil guerras y de sangre en sus ropajes; de la peste y la hambruna; de un rey confidente y un pueblo pobre. 

Los niños han envuelto de flores su habito y huele a lavanda, lilas y nardos, flores que se marchitaran,olores que desaparecerán, incluso él de duro mármol hecho, algún día... 
Pero, los deseos, los sueños  y las oraciones jamas se irán. 

Cuando su fría escultura fue abandonada, el polvo cubrió por entero su semblante y sus rasgos su suavizaron escondidos entre la arena que arrastra el tiempo. Las flores cubrieron sus hendiduras y asomaron pétalos por sus ojos. El rosetón desvencijado dejaba entrar la nieve en invierno... el santo espero mientras el mundo seguía girando, en su pedestal se lee: " Claridad en el cielo, silencio en la tierra".